Que levante la mano quien, al menos una vez, se haya encontrado con alguien orgulloso de su decisión de no consumir carne «por los animales», pero que, de vez en cuando, come pescado. Partiendo de la base de que no es nuestra tarea ni intención juzgar las decisiones de estas personas, queremos, sin embargo, poner el foco en una cuestión: no comer carne «por los animales» pero consumir pescado, ¿de qué manera podría considerarse una acción en beneficio de los animales?
Ante todo, parece innecesario recordar que el pescado es carne, y cualquier persona que coma pescado, simplemente, no puede definirse como vegetariana. Por muy lejanos y diferentes que sean de nosotros o de cualquier animal no acuático, es un hecho incontrovertible que los peces son animales y, además, muchos estudios han demostrado que –a pesar de su incapacidad para emitir sonidos– los peces sufren como cualquier otro animal.
La decisión de comer pescado pero no la carne de un pollo o un ternero –exactamente igual que la decisión de excluir el cordero de la propia mesa pero no otros tipos de carne– es fruto del pensamiento especista de nuestra sociedad: estamos acostumbrados a ver a los animales como merecedores o no de nuestro respeto, olvidando que el criterio de juicio siempre parte de la parcialidad de nuestra especie. Además, sería simplista hablar simplemente de «amor»: como hemos dicho, no es cierto que los veganos amen a todos los animales por el simple hecho de haber adoptado esta forma de vida, pero esto no excluye el respeto que debemos a los individuos de cualquier otra especie.
Nos enseñan que es justo y «normal» considerar a otros seres vivos como bienes de consumo, pero también dividir a los animales en categorías: están los «de renta», los «para amar» y todos los demás. Aquellos que tienen la mala suerte de ser considerados «de renta», según la latitud en la que se encuentren, son privados de su individualidad y de su libertad. Esto también se aplica, y sobre todo, a los peces, cuyo número de individuos capturados cada año es tan alto que debe expresarse en peso.
Decidir no comer carne «por los animales», pero seguir comiendo pescado, es un pensamiento especista que no hace más que confirmar la visión distorsionada que tenemos de los demás animales y de la categorización en la que los colocamos arbitrariamente, pero que, desde el punto de vista ético, no es mejor.