En el corazón de Livorno, el restaurante Romanzo ha decidido servir carne de cocodrilo, canguro, cebra, camello y avestruz; un menú que, según el propietario Matteo De Robertis, está pensado para quienes buscan “algo diferente”. Pero, ¿realmente necesitamos comer cocodrilos o canguros para vivir una experiencia inolvidable?
Mientras el mundo entero reflexiona sobre cómo reducir el impacto ambiental y promover una mayor conciencia y respeto por la vida animal, hay quienes nadan contra corriente y proponen un menú “exótico” que parece sacado de un libro de absurdos culinarios. Lo peor es que programas como La Vita in Diretta, presentado por Alberto Matano y emitido en Rai 1 en Italia, dan visibilidad a estas iniciativas, narrándolas con entusiasmo y curiosidad.
El gusto por lo exótico y el mercado de las carnes alternativas
En un mundo cada vez más comprometido con el respeto al planeta y sus habitantes, esta propuesta parece venir de una época en la que la originalidad era sinónimo de excesos. De hecho, la idea de transformar al cocodrilo, símbolo de fuerza primitiva y vida salvaje, en un plato acompañado de salsa chimichurri resulta, como mínimo, cuestionable.
En algunas entrevistas, De Robertis ha contado que viajó por el mundo para regresar a Livorno con la misión de servir “todas las carnes del mundo”. Sin embargo, lejos de fascinar, estas propuestas generan principalmente perplejidad e indignación, dando la impresión de una búsqueda de originalidad que roza lo absurdo. ¿Hemos llegado al punto de reducir a animales tan icónicos y simbólicos a simples “trozos de carne” que se degustan solo por hacer “algo diferente”?
Cuando el gusto por lo extraño provoca indignación
Estas elecciones, justificadas como un deseo de originalidad, se presentan en realidad como un ejemplo de insensibilidad y falta de visión a largo plazo. Ofrecer una selección de carnes que evocan fauna salvaje y especies protegidas –aunque su importación y comercialización no estén prohibidas por la ley– parece chocar con los valores de respeto por la biodiversidad y el planeta que hoy más que nunca deberían guiar nuestras decisiones alimentarias.
La absurda elección se vuelve aún más evidente si consideramos el contexto global: vivimos en una época en la que la conciencia sobre la crisis climática y el sufrimiento animal está cada vez más extendida, y comer carne de cocodrilo o canguro no responde a ninguna necesidad, salvo la de llamar la atención con una idea que podría definirse como, cuanto menos, inquietante.
Optar por incluir en el menú a estos animales solo porque son “originales” –y garantizar a los clientes una experiencia que puedan presumir en redes sociales– es una estrategia de marketing que banaliza nuestra relación con la naturaleza. Además, este tipo de “zoológico alimentario” parece apoyarse en una concepción obsoleta de la gastronomía, donde la espectacularidad y el exotismo sin propósito prevalecen sobre el respeto y la conciencia ambiental.
El comentario de Licia Colò: un rayo de sentido común
Incluso Licia Colò, presentadora italiana muy querida y defensora de los derechos animales y la protección del medio ambiente, quiso expresar su opinión sobre esta iniciativa, y lo hizo con la franqueza que la caracteriza. Colò publicó un video en redes sociales manifestando su asombro y desaprobación, no solo hacia la idea, sino también hacia la decisión de los medios de promoverla, y criticó al programa La Vita in Diretta por darle espacio. «Los medios no deberían dar visibilidad a estas iniciativas», declaró, subrayando que hacer publicidad a este tipo de propuestas transmite el peligroso mensaje de que todo está permitido y que la búsqueda de “experiencias fuera de lo común” puede justificar cualquier cosa. Su llamado refleja un pensamiento que muchos comparten: el respeto por los animales y el medio ambiente no debería quedar en segundo plano por una cena extravagante.
Al final, este caso plantea una pregunta que todos deberíamos hacernos al menos una vez: ¿realmente es necesario poner otro ser vivo en nuestro plato? Y, sobre todo, ¿tenemos derecho a hacerlo? Existe un límite entre la originalidad y el respeto por el derecho a la vida, un límite que hoy merece más atención que nunca.
¿Es realmente necesario incluir carne de cocodrilo en el menú para probar algo especial? La respuesta no está en ofrecer un menú más extravagante, sino en cultivar una idea de originalidad que también sea respetuosa con nuestro planeta y las criaturas que lo habitan.
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